El 2020 en la movilidad eléctrica. Un año de sombras y luces

Entrevista Arturo Pérez de Lucia_coche eléctrico_AEDIVE
Por Arturo Pérez de Lucia, director general de AEDIVE para el Anuario 2020 de Energías Renovables

 

El 2020 es un año de sombras y luces marcado por la incertidumbre y pese a ello, la movilidad eléctrica sigue creciendo en un ecosistema muy afectado por el confinamiento, los ERTEs y el parón de la actividad y e inversiones por el COVID-19. Pero es un episodio puntual, no estructural como lo fue la crisis económica en España entre 2008 y 2014, y el objetivo es conseguir una recuperación lo más rápida posible y con las menores secuelas.

La matriculación de eléctricos en Europa crece en 2020 en torno a un 60%, en un ecosistema de fuerte caída en la automoción tradicional (hasta octubre se matricularon 8 millones de turismos, unos 3 millones menos que el mismo periodo de 2019). La entrada del WLTP, el objetivo de los 95gCO2/km y una concienciación hacia la reducción de emisiones agudizada por los efectos del COVID-19, han incrementado la demanda de vehículos eléctricos.

En España, las matriculaciones de vehículo eléctrico evidencian que, aunque lejos de los objetivos previstos en 2019 para este año, el crecimiento en ventas, a falta del dato de diciembre, es del 35,4%.

Nuestro país afronta retos singulares frente a otros mercados europeos sin industria automotriz, al ser el noveno fabricante mundial, segundo de Europa, suponer su actividad el 8,5% del PIB y emplear al 9% de la población activa, según datos de ANFAC.

Sin embargo, exportamos el 80% de la producción a países que prohibirán la compra de vehículos térmicos, como Reino Unido en 2030, fecha que también baraja Alemania, y Francia, que lo tiene previsto para 2040, al igual que España. Además, la práctica totalidad de las fábricas españolas tienen sus centros de decisión fuera, lo que nos lleva a tratar de hacer del nuestro un país atractivo a nuevos modelos electrificados y ello implica desarrollar un ecosistema favorable a la movilidad eléctrica desde la perspectiva industrial, tecnológica, de servicios y de mercado.

Retos y oportunidades de la movilidad eléctrica en España

Noticias importantes han sido el Plan de Impulso a la Cadena de Valor de la Industria de la Automoción, anunciado en junio de este año, con 3.750 millones de euros y medidas de tipo económico, fiscal, normativo, logístico, de competitividad, de formación y cualificación profesional, de compra pública sostenible y de planificación estratégica de impacto a corto y medio plazo que dan cobertura a toda la cadena de valor de la industria, promoviendo una movilidad segura y sostenible basada en la descarbonización y la transformación digital.

La puesta en marcha del MOVES 2 para promover la compra de vehículos eléctricos e infraestructuras de recarga prevé que cada millón de euros genere entre 3,6 y 4,1 millones de euros adicionales al PIB nacional e incremente los ingresos fiscales entre 1,5 y 1,6 millones de euros. Este programa, dotado con 100 millones de euros, no está, sin embargo, activado en Extremadura y Murcia, al cierre de este artículo y en cualquier caso, fuera de un plazo que expiraba el 18 de septiembre. Será necesario darle una vuelta a este instrumento de ayudas, que simplifique su gestión y elimine estos desequilibrios a nivel territorial.

El plan RENOVE, con 250 millones de euros a la renovación del parque rodado, también con vehículos eléctricos, movilizó hasta finales de noviembre una décima parte del presupuesto con 20.500 vehículos.

El anuncio a principios de noviembre de 1.100 millones de euros de línea de ayudas para la movilidad eléctrica en 2021, dentro del plan de recuperación a la Unión Europea y si lo aprueba Bruselas, ha insuflado optimismo al sector a falta de conocer detalles de cómo se distribuirá ese monto.

También se ha reforzado el incremento de la reducción por innovación hasta el 50% para pymes y el 15% para grandes empresas, y flexibilizado la amortización fiscal en inversiones de movilidad eléctrica, sostenible y conectada, hasta el 29 de junio del 2021.

Y entre tanto, hay medidas regulatorias como el RDL 23/2020, de 23 de junio, que prevé que las entidades locales puedan destinar en 2020 parte de su superávit a financiar inversión en vehículos eléctricos y declara de utilidad pública a las infraestructuras de recarga de alta capacidad; o la circular 3/2020 de la CNMC, que establecerá a partir de 2021 la metodología de cálculo de peajes de transporte y distribución de electricidad y un peaje especial más barato para los puntos de recarga pública.

En la misma línea, la modificación del Código Técnico de la Edificación, en periodo de consultas, incluye una nueva exigencia básica relativa a las dotaciones mínimas para la infraestructura de recarga de vehículos eléctricos en edificios.

Quedan retos importantes en los que avanzar desde la automoción, que precisa de una oferta más amplia en el portafolio de vehículos eléctricos y en todos los segmentos, disponibles a corto plazo y con mayores autonomías, a precios competitivos frente a los térmicos, con un valor residual razonable y con capacidades de carga de al menos 100 kW. En ello están trabajando intensamente fabricantes y distribuidores.

Asimismo, un desarrollo acelerado de la red de carga pública que, aunque avanza sin pausa, sufre retrasos ligados a las licencias y trámites con las diferentes administraciones públicas. También trabajamos desde AEDIVE con el sector público para derribar esta barrera.

Se espera que 2020 sume cerca de 3 millones de matriculaciones de BEV y PHEV en todo el mundo, si el COVID-19 lo permite, lo que significa que el número global de vehículos eléctricos rondará los 11 millones de unidades cero emisiones matriculadas.

Esperamos que el 2021 nos depare más luces que sombras en el camino ya trazado e imparable hacia la movilidad eléctrica.

El Gobierno bajará la luz un 13% al quitar de la factura 7.000 millones de primas a las renovables

primas a las renovables
Repartirá las ayudas a las fuentes verdes con los carburantes y el gas

El Gobierno quiere repartir los 7.000 millones de euros anuales en ayudas para las renovables históricas entre todos los consumos energéticos, de modo que también se paguen al llenar el depósito del coche o en la calefacción. Para ello creará un fondo específico que alimentarán progresivamente los comercializadores de energía y que debería rebajar un 13% el recibo doméstico de la luz en un plazo de cinco años.

Las empresas eléctricas llevan muchos años quejándose de que el coste de reducir las emisiones de CO2 recae principalmente en la electricidad, porque tiene tecnologías capaces de producir energía limpia, como la eólica o la solar, a un menor coste que en otros usos energéticos, como los carburantes. Esto, a su juicio, desequilibra el reparto del esfuerzo por alcanzar los objetivos climáticos y penaliza la electricidad a la hora de competir con otras fuentes, como el petróleo.

El Gobierno ha escuchado sus argumentos y el Consejo de Ministros ha aprobado el Anteproyecto de ley por el que se crea el Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE), en el que recalarán los costes de las renovables y la cogeneración incluidos en la parte fija del recibo de la electricidad. Según los datos publicados hoy por la Comisión Nacional de los Marcados y la Competencia (CNMC), durante el pasado 2019 ascendieron a 7.142 millones, representando el 40% de los costes fijos del sistema y alrededor de un 16% del recibo doméstico.

Los sujetos obligados a la financiación del FNSSE serán los comercializadores de electricidad, productos petrolíferos y gas, que contribuirán al nuevo Fondo en función de sus ventas, de un modo similar a como ya sucede con el Fondo Nacional de Eficiencia Energética (FNEE). Habrá exenciones y compensaciones para aquellos sectores con menor capacidad de adaptación y respuesta al nuevo sistema.

Aunque el Gobierno aún debe concretar cómo será la repercusión del coste con relación al contenido energético de los productos vendidos, en principio, atendiendo a la estructura energética del país, la electricidad se quedará con el 30%, el gas con el 25% y los carburantes con el 45% restante, si bien estos porcentajes irán variando en función de la demanda.

No está claro el impacto que tendrá sobre los consumidores finales, porque dependerá de la voluntad de los comercializadores el repercutirlo sobre los clientes; puede ocurrir que opten por asumirlo para ganar competitividad; por ejemplo, en la actualidad las diferencias en el litro del carburante entre una gasolinera y otra alcanzan los 10 céntimos de euro.

Las petroleras, las más perjudicadas

Por empresas, en función del actual reparto del FNEE, a Repsol le correspondería un 20% de los 7.000 millones, a Endesa un 13%, a Naturgy un 12,5%, a Cepsa un 11,5%, a Iberdrola un 8%, a BP un 6,5%, a Galp un 4,5% y el resto se repartiría en varios centenares de empresas, entre las que también estarán los agentes directos al mercado. En consecuencia, las cuatro principales petroleras asumirán alrededor del 40%.

El Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), impulsor de la medida, señala que persigue tres objetivos con ella: evitar subidas en el precio de la electricidad, dar señales claras para electrificar la economía y equilibrar las cuentas del sistema para facilitar inversiones durante los próximos años.

La Cartera dirigida por Teresa Ribera explica que los cambios en el mix de generación del país, con la salida de las centrales de carbón, el aumento del ahorro y la eficiencia energética, y con el peso creciente de nuevas renovables, mucho más baratas, reducen la recaudación obtenida con el recibo de la luz y destinada a cubrir los costes fijos del sistema eléctrico, provocando déficit.

Según las cuentas de la CNMC, el déficit de 2019 ascendió a 527,7 millones -el primero que se registra desde 2013-, y se cubrió gracias al superávit de ejercicios anteriores. Como a cierre de 2018 quedaban 1.037 millones en la caja, este superávit ahora se ha reducido a 509,3 millones. Este 2020, condicionado por la pandemia, el déficit será muy superior porque la caía de la demanda reducirá los ingresos.

Evitar una subida del 6,5% en el recibo doméstico

La Ley del sector eléctrico obliga a ajustar al alza los costes de la electricidad en cuanto se registre déficit, como sucedió el año pasado. El Miteco calcula que con la situación actual se producirá una subida del 10% al 15% en la parte regulada del recibo, que se traduciría en un incremento del 6,5% de la factura doméstica en un solo año. La ministra portavoz, María Jesús Montero, ha dicho en la rueda de prensa posterior a la reunión que esta subida era «algo intolerable» con la coyuntura actual.

El desequilibrio en las cuentas del sistema eléctrico, por otro lado, generaría incertidumbre sobre su sostenibilidad y retraería las inversiones en electricidad, frenando la electrificación de la economía, algo clave en el proceso de descarbonización.

En consecuencia, la creación del FNSSE, que será gestionado por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (Idae), permitirá equilibrar el sistema eléctrico sin aumentar la factura ni endeudarlo. Se aplicará progresivamente, en un plazo de cinco años, a razón de un 20% por ejercicio, y al final del período, debería rebajar un 13% la factura eléctrica doméstica.

En el FNSSE no sólo recalarán los costes de las renovables; también la recaudación de varios impuestos que gravan la electricidad y los ingresos procedentes de las subastas de CO2. Los primeros han venido recaudando unos 3.000 millones al año, pero el citado cambio del mix y la reducción de la demanda y los precios eléctricos los empujan a la baja: se quedaron en 2.450 millones el año pasado. Los segundos pueden llegar a los 1.000 millones anuales, aunque en 2019 sólo aportaron 711 millones.

El FNSSE también podrá nutrirse de fondos adicionales procedentes de los Presupuestos Generales del Estado, al objeto de cubrir posibles desajustes, y podrá devolver a las empresas los posibles superávit que registren las cuentas eléctricas.

Exenciones y bonificaciones

El Gobierno aplicará exenciones y bonificaciones al FNSSE. Las primeras serán para el consumo eléctrico para almacenamiento, el gasóleo agrícola, el gas natural para la cogeneración y la generación eléctrica, el queroseno para aviación, el gasóleo para navegación y pesca (excepto embarcaciones de recreo), así como el porcentaje de mezclas de biocarburantes en combustibles y de gases renovables en el gas natural.

Las bonificaciones serán para los posibles costes indirectos que pudieran derivarse sobre los consumidores: gasóleo de usos profesionales y para la industria electrointensiva y consumidora de gas natural pertenecientes a sectores en riesgo de «fuga de carbono», que se añadirán a lo previsto en el estatuto de los consumidores electrointensivos.

El Anteproyecto de ley se tramita de urgencia y podría empezar a aplicarse a mediados del año que viene, en función de lo que tarde en aprobarse en el Parlamento. El Miteco ya cuenta con las empresas perjudicadas recurrirán la medida en los tribunales, pero confía en su solidez jurídica y apunta a que es similar a otras ya existentes en la UE.