Los vehículos eléctricos se han popularizado y forman parte de las estrategias políticas de los diferentes gobiernos, no solo por cuestiones medioambientales ligadas a las emisiones de CO2 o a la contaminación del aire y acústica del transporte rodado en los entornos urbanos, sino también por el hecho de que los vehículos de combustión interna utilizan combustibles fósiles, que en muchos casos, como el de España, han de comprarse a terceros países y a precios volátiles que siguen aumentado a lo largo de los años.
Pero también porque vamos a un mundo cada vez reclama más bienes y servicios basados en la electricidad y el vehículo eléctrico es el único sistema de propulsión eficiente capaz de interactuar con el sistema eléctrico para impulsar las energías renovables, el almacenamiento energético y la generación distribuida, al tiempo que equilibrar la curva de demanda, gracias a la bidireccionalidad de la recarga.
La industria ligada a los vehículos eléctricos abre un abanico de oportunidades en toda la cadena de valor para muchas economías tanto desarrolladas como en proceso de desarrollo y también, ha supuesto el despertar de grandes mercados como China e India, y de otros como Turquía, quinto destino de las exportaciones de automóviles producidos en España, que ha desarrollado su primer automóvil de producción enteramente nacional y se trata de un SUV 100% eléctrico.
Partimos de la base de que España exporta más del 80% de su fabricación ligada a la automoción a terceros países, muchos de los cuales ya han puesto fecha de caducidad a la comercialización de vehículos de combustión interna, lo que significa que es imprescindible transformar el modelo de producción para seguir siendo atractivos y ofrecer productos que permitan mantener dichos mercados y con ello, la competitividad y el empleo en el sector.
Así sucede con Francia (2040), su primer mercado de exportación; Italia (2035), el tercero, o Reino Unido (2030), que es el cuarto, y otros como Alemania, que ocupa la segunda posición, no ha establecido una fecha pero allí los jueces reconocen que es más importante la salud de los ciudadanos que el derecho de los conductores a tener la propiedad de un diésel y libertad de movimiento y han reconocido las competencias de los consistorios para limitar, restringir e incluso prohibir el tráfico a los diésel más antiguos y contaminantes.
Pero las oportunidades que se abren son aplicables no solo a los fabricantes de vehículos, sino también a la industria de componentes y a los modelos de negocio que están involucrados en el desarrollo de infraestructuras de recarga, de software asociado a la navegación, la automatización y la digitalización, así como en los sectores vinculados al reciclaje y la fabricación de baterías.
Las políticas e incentivos gubernamentales juegan un papel vital en todas las industrias, y la de los vehículos eléctricos no es diferente. Por ello, el PERTE VEC impulsado por el Gobierno en base a los fondos de recuperación y resiliencia procedentes de Europa, pretende impulsar el desarrollo industrial en torno al vehículo eléctrico, conectado y autónomo y para ello, cuenta con tres bloques industriales obligatorios basados en la fabricación de equipo original y montaje (OEM), de baterías o pilas de hidrógeno y de otros componentes esenciales adaptados al vehículo eléctrico y conectado.
Además, incluye la obligatoriedad de incorporar al menos un proyecto primario, basado en fabricación de componentes de vehículos inteligentes, conectividad de vehículos eléctricos y fabricación de sistemas de recarga y un proyecto colaborativo basado en un plan de Economía Circular, en un plan de Digitalización y/o en un plan de Formación y Reentrenamiento Profesional.
Que hagamos de este plan un éxito en España desde lo público-privado dependerá en gran medida el impulso a esa transformación industrial y tecnológica, que se abrirá a nuevos sectores productivos.
La minería y su industria, claves del proceso
Los metales y los minerales forman parte de la vida cotidiana, pero la transición industrial vinculada a la neutralidad climática y a la independencia de los combustibles fósiles implica otra dependencia basada en materias primas fundamentales para cumplir con la ambición del Pacto Verde Europeo, que garanticen no solo una transformación energética a gran escala, sino también digital y con ello, una reformulación de la estrategia económica de la Unión Europea.
Lamentablemente, la Unión Europea no produce todas las materias primas necesarias para satisfacer la demanda industrial en diversos sectores estratégicos, entre los que destaca la automoción.
Siendo España un país de tradición minera y con recursos en tierras raras, wolframio, vanadio, cobalto, níquel, cobre, potasa, niobio, tántalo y en especial, litio, resulta fundamental apostar por una industria minera sostenible que promueva una menor dependencia y una mayor eficiencia y circularidad de los recursos, incluido el diseño sostenible de productos vinculados a la movilidad eléctrica.
La fiscalidad como herramienta de apoyo
Sin embargo, es importante también acompañar el impulso industrial, tecnológico y minero con incentivos fiscales que ayuden a lograr la paridad de precios de los vehículos eléctricos frente a los de combustión.
Planes de incentivos como el MOVES 3, MOVES Flotas, MOVES Singulares promovidos por el IDAE o las subvenciones del MITMA para descarbonizar el transporte profesional por carretera son imprescindibles, pero necesitan llegar al comprador en el momento de la adquisición del vehículo, pues eso es lo que está haciendo que las matriculaciones en otros países de nuestro entorno crezcan de forma importante, y una reducción del IVA en la adquisición directa de los vehículos, ahora que la UE ha acordado flexibilizar la normativa sobre el IVA y se contemplan bienes y servicios que sean útiles para proteger el medio ambiente
Las ventas de coches eléctricos en Europa ya superan a las de los diésel, aunque de forma desigual cuando se analizan los mercados nacionales de forma individualizada y en ese análisis, España no sale bien parada, cuando matricula 15 veces menos que Alemania y está por debajo de otros mercados como Reino Unido e Italia, que matricularon más de 140.000 unidades en 2021 cada uno de ellos, mientras que España ha superado apenas las 82.000 matriculaciones de eléctricos puros e híbridos enchufables.
Solo coordinando estas diferentes estrategias e impulsando la colaboración entre administraciones públicas y el tejido industrial será posible transformar en oportunidad lo que hoy es un reto para un país como España, donde según un reciente informe de Boston Consulting Group sobre empleo en la industria de la automoción, elaborado para la European Climate Foundation, el sector se verá apoyado, en su imprescindible transformación, por el ecosistema de la movilidad eléctrica para mantener puestos de trabajo a través de la formación y generar nuevas oportunidades en sectores emergentes, como el de las infraestructuras de recarga, pese a factores como la deslocalización de fábricas y la reducción de la producción.
FUENTE: INTEREMPRESAS