Un estudio afirma que tendría un impacto positivo en la economía al reducir la dependencia energética y desplazar la actividad económica a sectores intensivos en empleo
Un futuro en el que todos los vehículos que circulen por las carreteras españolas sean eléctricos, híbridos o de pila de combustible. Es el punto de partida del estudio «Repostando hacia el futuro», liderado por la consultora Cambridge Econometrics coordinado por las ONG Transport & Environment y ECODES, que afirma que la adopción generalizada de este tipo de vehículos permitiría a España no solo mejorar la calidad del aire sino también incrementar su PIB y crear empleo.
El trabajo, en el que han participado, entre otros, la alianza Renault Nissan -tercer fabricante mundial de vehículos-, la asociación para el impulso del vehículo eléctrico Aedive o Iberdrola, asegura que la transición hacia los vehículos eléctricos incrementaría el PIB en 3.191 millones de euros, debido fundamentalmente a la reducción en las importaciones de petróleo. Además, se crearían más de 23.000 empleos, en el sector servicios, el sector energético y, a corto y medio plazo, en la fabricación de vehículos y sus cadenas de suministro; y la actividad económica se desplazaría de sectores poco intensivos en empleo, como la producción de carburantes -2 empleos por cada millón de valor añadido- a otros que requieren de más fuerza laboral -como la producción de energía e hidrogeno, con 7,9 empleos por millón-.
«El transporte juega un papel fundamental en el cambio climático», afirmó Valvanera Ulargui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático, durante la presentación del estudio. Ulargui defendió la tesis de los responsables del estudio de que la descarbonización -la eliminación progresiva de los combustibles fósiles- «presenta más oportunidades que riesgos» y avanzó que la futura Ley de Cambio Climático, que se presentará en breve junto con el Plan Nacional de Energía y Clima, «posicionará a España como referente en el modelo sostenible, el único viable de cara al futuro».
La electrificación del parque permitiría la reducción de un 27,8% de las emisiones de CO2 a la atmósfera en 2030, y de un 91,6% en 2050. Al mismo tiempo, las emisiones tanto de partículas como de óxidos de nitrógeno se reducirían en un 89% a mediados de siglo. Ello en el caso de que se cumpliera la hipótesis con la que trabajan, que incluye la paulatina adopción de vehículos híbridos, híbridos enchufables, eléctricos puros y de hidrógeno en 2030, de manera que estos fueran únicamente los vendidos en 2050.
Eléctricos competitivos en 2025
En este escenario optimista para los vehículos alternativos, los eléctricos serían más competitivos que un gasolina a partir del año 2025, teniendo en cuenta todos los costes. Ello en un escenario de precios del combustible «alto» (un 25% superior al actual). Hacia 2030, los responsables del estudio consideran que éste podría batir también a los diésel, y convertirse entonces en la opción más competitiva, incluso sin tener en cuenta costes como las exenciones en los impuestos de matriculación y circulación o en los costes de aparcamiento en las grandes ciudades.
En este sentido, un vehículo eléctrico podría ahorrar en 2030 hasta 1.400 euros al año al consumidor en combustible y mantenimiento, lo que, según los investigadores, «compensaría ampliamente el posible mayor coste inicial en la compra del vehículo».
Inversiones
No obstante, en lo referido a los retos pendientes, que hacen que a día de hoy este tipo de vehículos solo supongan el 0,6% de las ventas totales, tanto los responsables del trabajo como los fabricantes de automóviles coinciden en resaltar la necesidad de realizar inversiones tanto en la red de recarga como en la infraestructura eléctrica. Hace pocos días, la patronal europea de productores de vehículos, ACEA, cargó contra los objetivos de emisiones impuestos por la Unión Europea, del 15% para el año 2025 y del 30% para el 2030 en comparación a los niveles que se registren en 2021.
«Son simplemente inalcanzables», aseguró su secretario general, Erick Jonnaert, que consideró indispensable que para su realización se multiplique por 20 la cifra de puntos de recarga, unos 100.000 actualmente en todo el territorio europeo. Para ello, los fabricantes piden la implicación de las administraciones, así como mayores ayudas por parte de las administraciones para la adquisición de estos vehículos. Según sus datos, la cuota de mercado de coches eléctricos es cercana al 0% en países con un PIB per cápita inferior a 18.000 euros; y una cuota de mercado de eléctricos superior al 1,8% tan solo se da en países con un PIB per cápita superior a 35.000 euros.
Según el estudio, España requeriría una inversión de 3.946 millones de euros hasta 2030 para erigir suficientes puntos de recarga: un punto residencial o en el centro de trabajo por cada vehículo eléctrico, dos en zonas urbanas por cada diez eléctricos en circulación y, en autovías, uno por cada 500 vehículos. Esta cuantía correría a cargo del consumidor final «como parte del coste del vehículo eléctrico».
A corto plazo, no obstante, Juan Luis Pla, de Nissan, pidió «no demonizar ciertas tecnologías, porque puede ser el remedio que la enfermedad», haciendo alusión al incremento de las emisiones de CO2 por el aumento de ventas de vehículos de gasolina en detrimento del diésel. «La evolución tiene que ser lógica y razonable», aseguró.
La presentación se produjo un día antes de la polémica desatada por las palabras de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que aseguró que el diésel tiene «los días contados». Una aseveración a la que la industria, a través de Anfac, contestó recordando que 40.000 empleos y 17 fábricas de automóviles dependen de forma directa en España de este combustible. En las plantas españolas se fabrican 1,2 millones de vehículos de este combustible, de un total de 2,8 millones. «Los fabricantes están preparados para adaptarse, pero se necesita una transición ordenada», explicó su vicepresidente, Mario Armero.
Aunque sus ventas, junto con los híbridos, se han incrementado un 46% en los primeros cinco meses del año, solo suponen el 5,8% de las matriculaciones, por el 37,0% del diésel y el 57,2% de los gasolina. Además, de los más de 40 modelos que se fabrican en nuestro país, solo 5 son eléctricos.
Impuestos al diésel
De forma paralela al estudio de Cambridge Econometrics, la agrupación de ONGs ecologistas en Bruselas, Transport & Enviroment, presentó también un informe con recomendaciones para la reducción de gases de efecto invernadero en el sector del transporte. «España está bien encaminada para cumplir los objetivos de 2020. El problema es a partir de 2020, cuando tendrá que reducirlas en un 26 adicional», explicó Carlos Calvo, delegado de T&E en España.
En este sentido, la asociación pidió al Ejecutivo español que iguale el tipo impositivo del gasóleo con el de la gasolina, algo en lo que el ejecutivo podría ya estar trabajando. También pidió medidas como unificar la tarificación vial, incluyendo en los peajes los costes de la contaminación atmosférica y acústica para penalizar a los vehículos que más polucionan, además de fomentar el vehículo compartido e invertir en el transporte público para hacerlo más atractivo.
El reto de cambiar de hábitos eléctricos
La electrificación del parque no implicaría la necesidad de grandes reformas en el sector eléctrico, pero sí sería necesario un cambio de hábitos por parte de los usuarios. En 2050, con un parque totalmente «alternativo», la demanda final de electricidad crecería apenas un 6%, lo que permitiría, según los autores del estudio, gestionar fácilmente las inversiones necesarias hasta entonces para adaptar la infraestructura. El problema lo supondrían la carga en momentos puntuales u horas pico de gran parte de los vehículos a la vez, lo que supondría picos «significativos» de demanda eléctrica por la tarde, lo que requeriría fuertes inversiones para reforzar las redes de distribución. Por ello, los investigadores proponen adoptar una estrategia de «carga inteligente», en la que cada usuario decida cuándo recargar su vehículo en función de la oferta y la demanda eléctrica y, consecuentemente, del precio. Aquí también jugaría un importante papel la tecnología Vehicle to Grid (V2G), ya existente, y que transforma a los automóviles eléctricos en baterías móviles que permiten almacenar energía de la red cuando esta es más barata y devolver los excedentes en momentos de fuerte demanda.